El principal templo de Ranakpur que está dedicado a Adinath, no solo es el más gigantesco templo jainista de la India, sino también el más bello.
Todo él está construido en mármol blanco ricamente tallado.
Su planta es cruciforme, no longitudinal como en la mayoría de los templos indios; tiene cuatro entradas, una por cada lado, que conducen, a través de vestíbulos con columnas, a una cámara central con la imagen de Adinath; está completamente rodeado por una fila de capillas, 86 en total; numerosas columnas y capiteles finamente esculpidos sujetan su techumbre, coronada por una veintena de domos y cinco cúpulas.
Toda esta arquitectura está tan profusamente cubierta con esculturas que parece un trabajo de encaje más que un edificio de piedra labrada; el techo está decorado con paneles geométricos; las cúpulas con ornamentaciones concéntricas y adornos descendentes; en las ménsulas que soportan los domos hay figuras de diosas danzantes; tanto en el exterior como en el interior del templo abundan las representaciones de elefantes; y las columnas labradas, 1444 en total, son todas diferentes.
Una de las numerosas columnas está torcida, no se eleva verticalmente como las demás, circunstancia que permitió al arquitecto afirmar que solo Dios es perfecto.
La entrada del templo, al que se accede descalzo, está precedida por una gran escalera; la luz se filtra entre las numerosas columnas dando lugar, a lo largo del día, a un maravilloso juego de sombras y luces que hace cambiar el color de las columnas y esculturas en mármol de dorado a azul pálido.